sábado, 28 de abril de 2012

NOSTALGIA ANACRÓNICA


Tal vez comience
con serrucho y álamos
a amarte.
Ahora mismo,
                   ya,
en este preciso instante.
con sábanas,
sin piernas.

Con piyamas y despertadores ululantes
te amo YA
y es cierto.
Con un hombre-roble detrás de cada oreja,
tengo un YA  perpetuo
en tu espesura.

No sé si corresponde
que también las paredes tengan el brillo actual.
Pero detrás de verticales y de rejas
estás,
aunque aún no sé quien sos.

Es la única forma de amarte pura.
Ahora,
          que no existís,
con tu pureza
           de mujer inexistente.

Y si los roperos no pueden decir
atrás, basta, ahora, selva y rojo,
tengo tu presencia de álamos antiguos
y tu inexistencia
de rojo inevitable.

Y si subimos después,
cuando ya todo sea
ahora,
tal vez te conozca y

¡No! ¡No quiero!
Porque volverías a ser.
(o comenzarías a ser.
Depende de mí,
de vos, de los roperos,
las sábanas, los piyamas
y acaso también de los serruchos
y de los hombres-robles
colocados detrás de cada oreja).

Por eso,
como te dije ayer
        o ahora, no sé bien –
como te dije, digo,
dejame amarte
así, sin conocerte
y sin tener tu purimpureza
de purezas entregadas a un papel.

Aunque detrás de tu existencia
haya álamos,
serruchos, verticales
y un rojo inevitable
detrás de cada oreja.

.................................................


Te vi llegar mañana.
Acusaba tu pelo negro
una pequeña prominencia de nariz pequeña,
un pequeño hueco de pequeña boca
y un tembloroso fulgor
de ropas sueltas.

Mañana nomás te quise
¡Si parece que fue ayer!
(O ahora, no sé bien)
Y parecía que de veras hubieras existido

Recuerdo un caluroso verano
De proposiciones subjetivas
Y verbos pluscuamperfectos.
Todo era sencillo en aquel verano
del año sesenta y dos,
noventa y seis,
o tresmil cuatro.
Todo HUBIERA SIDO sencillo,
mejor dicho,
si no existiera este hoy
estorbando el paso de mañana.
¡Siempre impidiendo
la unión de ayer-mañana!
¡¡Maldito sea!!
No.
No debo maldecir aún,
debo decir como dije mañana:
todo hubiera sido sencillo
de no existir tu pelo negro
con esa pequeña prominencia
de nariz pequeña,
ese pequeño hueco de pequeña boca
y ese tembloroso fulgor
de ropas sueltas.


Todo hubiera sido más fácil
de haber existido mañana.
Pero me dijiste
                     basta
antes de poder decir
                              ahora.
Me recordaste el camino.

¿Y por qué causa  recuerdo ahora el camino?
Si decir camino es decir ayer
(o sea muerto)
o, con un poco de esperanza,
decir mañana.
y entre ayer y mañana
estoy yo (o está hoy)
¡Maldito Hoy!

No.
Había quedado en no maldecir.
Digo entonces Hoy
como si dijera
árbol
o sitio
         o estático.


Si no existiera tu pelo negro
todo sería más fácil:
me bastaría tomarte entre mis manos y ...
No.
ya estoy juntando ayer-mañana
con pluscuamperfectos
y proposiciones subjetivas.
Yo soy el nexo
entre álamo y serrucho,
hueco de boca y piyama,
prominencia de nariz y sábana,
verticales y camino,
el rojo inevitable con las ropas sueltas.
...............................................................

Dejame amarte,
te dije esta mañana.
Dejame amarte
con tu pureza de mujer inexistente.
Dejame olvidar, por un instante,
que existe todo lo que existe.
Aunque los roperos
no sepan decir más que
atrás, basta, ahora, selva
                                     y rojo.
Aunque los piyamas
puedan acallar la ululancia
de los despertadores matutinos.
...................................................................

Ladrillo.
No sé por qué ahora dije ladrillo.
Por qué dije ladrillo
y no mañana-ladrillo
o ayer-ladrillo.
Podía haberlo dicho,
pero no,
            dije ladrillo.
Así, crudamente,
desaceitadamente dije ladrillo.
Tal vez quise decir hoy...
¡Otra vez Hoy...!
No.
Había quedado en no...
¿Ladrillo, entonces?
Ladrillo.

Hay que cruzar por las líneas blancas.
¿Otra vez dije camino?
Dejémoslo así.
¡Podías haberte acordado antes!
Es cierto, había olvidado
que no tenés antes.
quedémonos en mañana
¿querés?
Entonces cuidate muy bien
de no decir camino.

Recuerdo que...
¡No, no y no!
Pero ¿de dónde diablos saqué yo
que podía decir recuerdo
y permanecer en mañana?
Älamo...
¡No, tampoco!
Verano caluroso...
¡No, no!
Álamoserruchocaminoahora
atrasbastaselvarojopiyama
sábanasverticalesrejasladrillo.

Es inútil.
Aunque no hubieras nacido
ya estás muerta.

1967


Autor: Ernesto (de “62 veces bis”)


miércoles, 25 de abril de 2012

SUEÑO


Que cerremos los ojos. 
Que yo deje de escribir. 
Que vos dejes de leer. 
Que yo no sea yo. 
Que vos no seas vos. 


Que se crucen mis brazos en tu espalda. 
Que se muevan tus manos en mi cara. 
Que se junten mis labios con tus labios. 
Que se toque mi ombligo con tu vientre. 
Que se mezclen los pies y las rodillas. 


Que se parezca mi cuerpo a tu deseo. 
Que seas mi sueño de la infancia. 
Que sea mi pecho tu refugio. 
Que sean tus senos mi nodriza. 
Que sea mi boca tu palabra. 
Que sea tu cuerpo mi palacio. 


Que seamos un ya y un todavía. 
Que recuperemos lo que nunca fuimos. 
Que alcemos el vuelo que nunca tuvimos. 
Que vivamos lo que no vivimos…


Autor: Ernesto (de “Sin etiquetar”)


domingo, 22 de abril de 2012

SIN ADIÓS


Un cielo gris.
La tarde en mí, se acerca a su final
y vuelve tu recuerdo a retoñar.
¿A dónde vas?
No existe el cielo azul 
que ayer soñamos.

Llegás a mí.
Te veo en la mañana al despertar
y lentamente tu imagen se diluye.
Se me hace noche
sin que estés.

Perdí tu adiós.
No estás ni aquí ni estoy allá,
no puedo dejarte con tu cielo
ni podés dejarme con mi vida
y con mi adiós no pude despedirte
ni llegar.

Un cielo gris.
No puedo despedirme
ni llorar.

Autor: Ernesto (de “Sin etiquetar”)

sábado, 7 de abril de 2012

PENÚLTIMA CANCIÓN A LA LUNA


                                                    A Laura
No sé si estoy cansado,
si estoy a punto de empezar,
si estoy en ruinas.
Pero estoy, eso sí,
con mi rutina
de escribirle versos a la luna.

Y total ¿para qué?
Para que digan
que estoy viejo,
que estoy flojo
que no sirvo,
que el mundo ya cambió
y nada vale
escribirle versos a la luna.

Y hasta la luna cambió.
Ya no es la piba
que desvelaba mis noches
y mis días,
hoy sólo es la rutina
que me obliga
a escribir mis versos a la luna.

Y aquí estoy
con mis coplas sin bemoles,
sin saber entonar,
sin dar la nota,
dejando tirado en los rincones
algún verso rimado con la luna.

¿Qué buen viento
me trajo lo que tengo?
¿Qué mal viento
me llevó lo que he perdido?
Agradezco a Dios
porque me ha dado
el placer de reencontrarme
con mi Luna.

Autor(de “Sin etiquetar”)