dejara de pertenecerme:
Era dueño del mundo
y me desalojaron,
de las cosas
y me embargaron,
de la gente
y me expulsaron.
Tuve necesidad de ser
y me borraron,
quise salir de mí
y me metieron,
estuve por morir
y me salvaron,
quise vivir
y me mataron.
Religioso por mandato divino
y hereje por sentido propio,
sacerdote y brujo al mismo tiempo,
dueño de la liturgia y de los mitos.
Adúltero fiel,
peregrino estático en su ermita,
mudo y charlatán,
testimonial farsante,
suicida vividor,
único sobreviviente de mis sueños.
Viviendo por morir,
muriendo vivo,
quiero sobrevivir
hasta en la muerte
y quiero sobremorir
toda la vida.
Rectifico:
el mundo era mi dueño
y me mudé,
regalé las cosas
por tiranas,
me alejé de la gente
por quererme…
Autor: Ernesto (de
“Sin etiquetar”)