Arrimarme a la muerte despiadada
para reír desconsoladamente,
esparcir en el suelo la simiente,
cruel Onán, propiciante de la nada.
Sacudir la modorra y la locura,
medicinal stand-by de mi vejez,
desafiar a la parca a su ajedrez
decirle chau al saber y a la cultura.
Ante un médico, consultar la duda,
antes del frasco, sacudir la gente.
Escupir nunca la verdad desnuda.
Penetrar a la pira de un galope
procurando ser fénix de repente.
Hay soneto y catorce, dice Lope.
Autor: Ernesto (de “Sonetos”)
viernes, 10 de mayo de 2013
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