martes, 20 de marzo de 2012

DECEPCIÓN


Cada uno encontró en el otro, cosas perdidas y olvidadas. Ocultos por la noche, oyeron sus palabras recuperando ecos que fueron voces.
Se abrazaron sin verse. Recogieron el dolor y lloraron. Festejaron con risas el reencuentro. Se amaron infinitamente en el espacio sideral.
–Te esperaré cada día de mi vida– dijo ella
–No me iré nunca– dijo él.
Entre la penumbra pretérita y las luces presentes, las palabras sonaron tan huecas como el árbol donde fueron talladas.
Se arrinconó la retórica ante la cruda realidad
–No te creo. Todos me han abandonado. Me dejarás como ya me han dejado.
Lo obligó a cumplir la que creía era su misión divina.
Entre las lágrimas, Ariadna lo vio partir, como vio una noche partir a Patsifae.
Con un ovillo en las manos, entró Teseo a buscar su pretendido destino redentor.
¿Habrá quedado ella esperando en la punta de aquel hilo?
¿Sigue abierto el laberinto?

Autor: Ernesto (de “Ariadna, Teseo, el Minotauro y su laberinto”)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Buen tallado, quizás alguien que conozco puede responder la pregunta final... un abrazo.
Marina

Gaviota dijo...

Muy buena comparación, con la mitología Teseo y Ariadna.
Jamás se debe perder las esperanzas.Saludos