Toda esa
construcción que estaba presa,
sale de
noche a recorrer los mares,
atraviesa
tormentas y pesares
buscando
inútilmente una certeza.
Tratar de
detenerlo será en vano,
pena en
las olas pero no naufraga.
La
penumbra del mar es fruta aciaga
y la
borrasca, puerta del arcano.
Noche tras
noche se debate loco
entre el
aquí y allá, hoy y mañana.
y vuelve de
la sombra neptuniana,
a su
vidrio y botella, poco a poco,
y queda quieto
y solo en el estante,
buscando
escapar por la ventana.
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