“Tamar quedó desolada en casa de su
hermano Absalón.” 2 Samuel 13, 20
En el pecho de Absalón hundí mis ojos
y lloré por Amnón y su ceguera
y por David, mi rey, cuyo pecado,
trajo el pecado que a su casa ha herido.
Amnón amó a la hembra, no a la hermana,
apartó mi mano que sanaba
y acercó la suya que prendía
¿Qué haré yo ahora con mi cuerpo-llaga?
Estoy en el abismo
junto a mi virtud despedazada.
¡Que tristeza, señor,
ya no soy digna
de contarme entre tus elegidas!
Autor: Ernesto (de “Poemas Bíblicos”)
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